Tiene una longitud de 78 metros y una anchura de 30 metros. Sus muros están fabricados con manpostería de gruesos cantos, acarreados de las canteras cercanas, como las de Fonfría.

Aún están los restos de la torre principal que permite conocer su forma rectangular y su división en tres pisos  o plantas.

Otra torre protegía la entrada, situada al norte, prolongándose la defensa mediante un revellín en el que se abren saeteras de cazoleta.

El lienzo del oeste muestra un doble baluarte espolonado, producto de las reformas efectuadas en el siglo XV.

En la construcción del castillo se pueden distinguir dos etapas: el siglo XII, al que pertenece la estructura general del castillo y el siglo XV, consistente en la duplicación del baluarte y reforma de la torre norte, con el revellín.

 La construcción del Castillo de Alba de Aliste actual se remonta al reinado del Fernando II de León o sea entre 1157 y 1188, sobreviviendo 820 años, con lo cual está claro que no fue levantado en la reconquista sino como defensa de las fronteras ante la aparición de reino de Portugal.

 Los primeros datos documentales sobre él datan de 1189 cuando el monarca zamorano Alfonso IX, hijo de Fernando II, le entregaba la fortaleza a uno de sus consejeros y personajes más influyentes de la política de la época, Pedro Fernández.

Su importancia social y económica la demuestra que luego sería parte de la dote en la boda de Alfonso con Teresa, hija de Sancho I de Portugal, el 15 de febrero de 1191. Esta unión matrimonial sería anulada por el Papa Celestino III, por incesto, al ser parientes. Alfonso casaría luego con Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla y de nuevo Roma lo declaró nulo, aunque en este caso Inocencio III si legitimaba su descendencia. De esta manera el Castillo de Alba de Aliste caía en manos del rey niño Fernando III «El Santo» el día 26 de marzo de 1206 con el Tratado de Cabreros donde sus padres rubricaban la separación matrimonial. La entrega ya comprendía varias de las poblaciones cercanas con todos sus derechos.

El castillo fue tomado en 1196 por Alfonso VIII de Castilla a Alfonso IX de León.

Entre sus más fieles moradores estuvieron los caballeros templarios a quienes se les entregó el 27 de septiembre de 1220 a través de la concordia firmada por Alfonso IX en Villafáfila. Si embargo ya lo habrían habitado antes pues se trataba de una devolución: «Yo, el Señor Alfonso, Rey, restituyo por medio de este documento al Maestro y a la Orden Militar del Templo, Alba de Aliste con todos sus derechos y posesiones». En esta etapa permanecieron en él 92 años, hasta que fue suprimida la orden por el Papa Clemente V en el Concilio de Vienne. En él se hallaba refugiado en 1310 el comendador de Alba de Aliste, Fray Gómez Pérez, al comienzo del proceso contra dicha orden.

Tras la extinción de esta orden perteneció a la Orden de San Juan.

En los sucesivos enfrentamientos de la corona con los nobles que tienen lugar a lo largo de los siglos XIV y XV, sufrirá diversos cambios de posesión hasta que en 1434 es donado por Juan II a Don Álvaro de Luna, quien en ese mismo año lo cede a Don Enrique de Guzmán a quien Enrique IV concede en 1449 el título de Conde de Alba de Aliste y al que se deben las reformas mencionadas.

 Su último papel lo desempeñó en la Guerra de la Independencia portuguesa, siendo tomado por los portugueses en 1640.

El Castillo de Alba de Aliste es considerado Bien de Interés Cultural en virtud del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre protección de castillos españoles y de conformidad a la ley 12/2002, de 11 de julio, de Patrimonio Cultural de Castilla y León cualquier proyecto de actuación necesitará la autorización de la comisión Territorial de Patrimonio Cultural. La duda estriba en saber quien es a día de el hoy dueño del castillo.

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