EL SANTO GRIAL

Durante siglos grandes investigadores de la cristiandad dedicaron sus vidas a la búsqueda del cáliz en el que el Mesías consagró la primera eucaristía ante sus discípulos. La verdad sobre el misterios de dicha copa puede estar muy cerca de nosotros.

El sueño de una búsqueda

Para los cristianos, el Santo Grial es y siempre ha sido la copa usada por Jesús para consagrar el vino en la última Cena; el auténtico receptáculo que recibió la sangre de Cristo en el recién instituido sacramento de la Eucaristía. Esta preciosa reliquia ha originado un importante número de historias fantásticas sobre guerreros, monjes y reyes que se embarcaban en su búsqueda. Esto fue así, no sólo en la época medieval, sino también en nuestros días, dada la actual popularidad de las leyendas sobre el Santo Grial y películas tales como » Indiana Jones y la última Cruzada», en la que el aventurero descubre un gran número de posibles griales en la inverosímil ubicación de Petra, Jordania. Es innegable que Jesús utilizó una copa para la ocasión y que ésta es un objeto histórico y no un mito. Otros definen el Grial simplemente como un interrogante personal o una exploración del ser, o lo relacionan con toda suerte de antiguas leyendas y ritos de la fertilidad, conduciendo a una gran confusión como la que tenemos actualmente.

San Pedro y San Marcos

Muchos estudiosos creen que el Cenáculo -la habitación en la que tuvo lugar la última Cena-, y el Santo Cáliz, eran propiedad de la familia de San Marcos, el Evangelista, que hizo de intérprete de San Pedro Roma. Ambos vivían en estrecha relación y, según la interpretación católica, parece tener sentido que Marcos diera la Santa Copa a Pedro, por la simple razón de que muy importante para los primeros cristianos usar reliquias en la liturgia, y además él era la cabeza de la Iglesia. La tradición española afirma que San Pedro se llevó el Santo Cáliz consigo a Roma, pasándolo a sus sucesores que lo custodiaron hasta la persecución del emperador Valeriano en el año 258. Debido al grave peligro suponía que la preciosa reliquia cayera en manos de los romanos, el Papa Sixto II, sabiendo que pronto sería martirizado, confió la copa a su tesorero y diácono, San Lorenzo. Éste a su vez se la entrego a un soldado de su confianza pidiéndole que la llevara a Huesca, donde sabía que su familia se haría cargo de ella.

El Grial en España

La copa permaneció en Huesca hasta la invasión musulmana. El obispo de la ciudad, Audeberto, abandonó con el Santo Cáliz su tierra en el 713 para refugiarse en la cueva M monte Paño donde vivía el ermitaño Juan de Atares; lugar en el que posteriormente se fundó y se desarrolló el monasterio de San Juan de la Peña, de[ que surgió un núcleo de hombres esforzados que acometieron la reconquista contra los musulmanes . Tuvo esta lucha caracteres épicos, que no dejaron de ser aprovechados por la creación literaria, ya que, según algunos historiadores, constituyen el origen o la fuente de poemas tan célebres como los de Chretien de Troyes Wolfram de Eschenbach, con su héroe Parceval o Parzival, quien será posteriormente el Parsifal de Ricardo Wagner.

En todos estos poemas hay un vaso maravilloso, al que se denomina «Graal» o «Grial» y cuya relación con el Santo Cáliz es fácil comprender.

La presencia del Santo Cáliz en San Juan de la Peña está testificada por un documento del 14 de septiembre de 1399 el Cáliz pasó a ser custodiado en Zaragoza, a petición del rey de Aragón, Martín I, el Humano. En el texto de entrega, conservado en Barcelona, se hace constar que el Santo Cáliz fue remitido desde Roma con una carta de San Lorenzo.

Durante el reinado del rey Alfonso V, el Magnánimo, la reliquia fue trasladada a la ciudad de Valencia. Desde el 18 de marzo de 1437 se conserva en la catedral de la capital del Turia, según un documento en el que se refiere al «Cáliz en que Jesucristo consagró la sangre el jueves de la Cena».

«EL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1399 EL CÁLIZ PASO A SER CUSTODIADO EN ZARAGOZA, A PETICIÓN DEL REY DE ARAGÓN, MARTÍN I, EL HUMANO. EL SANTO GRIAL FUE REMITIDO DESDE ROMA.»

En siqlos posteriores el Cáliz quedó sometido a diferentes peligros, entre ellos, los rigores de la guerra. En 1808 algunos devotos vieron amenazadas sus vidas en el intento de esconder la supuesta pieza sagrada de la rapiña francesa.

En 1936, con el estallido de la guerra civil, la Santa Copa fue escondida camuflada dentro de los cojines de un sofá, que a su vez se ocultaba en un compartimento secreto de un armario tras una pared de piedra. De esa guisa permaneció los años del conflicto hasta que pudo al fin ser expuesto para el culto de los fieles. La reliquia se exhibe en momentos puntuales como el protagonizado por el Papa Juan Pablo II en su primera visita a España acontecida en 1982. En ese capítulo histórico para nuestro país, el anterior sumo pontífice celebró la Santa Misa con el Grial como testigo privilegiado del oficio.

La hipótesis de Glastonbury

Un serio rival de la tradición de San Lorenzo, al menos en la opinión popular, es la leyenda de que José de Arimatea levó el Santo Grial: a Inglaterra. Está basada en el poema Joseph of Arimathea, del poeta Robert de Boron, que confirma la leyenda apócrifa de Nicodemo, añadiendo que José de Arimatea llevó el Grial a Glastonbury para unir la cristiandad a los huesos del legendario Arturo que se suponía habían sido enterrados allí. El poema narra que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo en una vasija que fue usada como bandeja para el pan y el cordero pascual en la Última Cena, y luego la entregó al dios celta Bron que la levó a Occidente como un talismán de inmortalidad.

No es difícil comprender que esta leyenda no se basa en nada jamás probado y el Grial en este caso no es una copa histórica, sino más bien una bandeja que no existió en realidad. Nos encontramos ante un ejemplo perfecto de mezcla de fantasía y veracidad histórica que permite muchas discusiones sobre el Santo Grial.

Fuente: La revista Historia de Iberia Vieja, en el número 5 (diciembre, 2005), ha publicado un artículo dedicado al Santo Grial: El Santo Grial, firmado por Juan Antonio Cebrián y fotografías de Juan Rafael de la Cuadra Blanco, en el que se pretende argumentar la autenticidad del grial de Valencia,